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6/4/12

Deity's Blade

¡Hola lectores! Hoy es viernes, un día por lo general relajado y lleno de alegría... Pero claro, por mi zona domiciliaria esta descargando toda su furia la madre naturaleza, mandando un calor realmente cabrón. Y bueno, en esas estoy, muriendo del calor, y me puse a escribir mi historia friki de la semana, a ver si se me va un poco. Vamos entonces.

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Habíamos perdido miles de hombres en nuestros anteriores encuentros. Es la primera vez que nuestro ejército desplegaba semejante fuerza, y claro, la primera vez que nos aplastaban tan penosamente. El registro de esos días databa de unos tres mil hombres muertos en nuestra última batalla contra los hermanos dragones Eutak y Garx. Vencimos, pero por un alto costo. Hacía tiempo que esa guerra perdió el sentido, el rey ya había muerto hace dos meses. Pero hay algo en la mente de Süiz, el rey dragon, algo que le impulsa a seguir combatiendo. Ninguno de los oficiales del ejército recibimos noticia de qué ocurrió entre el rey y Süiz para que éste acumulase tal rencor ante los humanos. Es una duda que permanecerá en nuestras cabezas por mucho tiempo. Pero yo tenía en claro qué estaba por ocurrir. La guerra estaba a punto de terminar. Hable con los otros dos oficiales que sobrevivieron, y ellos accedieron a mi plan. Era una tarea difícil, sobre todo porque nos hacían falta otros cuatro oficiales. Ellos perecieron en el primer ataque del imperio dragón a nuestra base militar, en Ûtrolige. Los cuatro oficiales que allí residian no lo pensaron dos veces al salir al ataque hacia los cuatro dragones que se acercaban a terribles velocidades. No duraron mucho ante semejante poder. Los otros tres estabamos resolviendo asuntos en imperios vecinos. Cuando llegamos, la ciudad estaba en ruinas, y reducida a cenizas. Eso fue definitivamente obra de los dragones. Fuimos a Sandheden, donde nos encontramos con el rey, donde él planeaba su estrategia de batalla para contraatacar. De alguna manera se entero de los sucesos en Ûtrolige. Han pasado ya dos años desde aquel día, y la guerra sigue consimiendo más a los humanos que a los dragones. Estamos perdiendo. Pero mi plan era la salvación, era algo realmente suicida, pero era nuestra última esperanza. Ibamos a por la Deity's Blade. Una espada sin igual, tan poderosa que se dice que fue el arma que decidió la victoria de los dioses ante los titanes. Un arma mítica, que pondría fin a la guerra. Me reuní cierta mañana con los otros dos oficiales, y partimos hacia la montaña Sætte, donde las leyendas contaban que estaba la espada. El camino fue duro, pero no imposible. Multitud de creaturas tenebrosas nos acechaban; Quimeras, Minotauros, Pesadillas, Orubaks, y un largo etcétera que le siguieron. No fue mucho problema para nosotros derrotarles, no con nuestra impecable habilidad con la magia. Cada uno de nosotros se especializaba en la magia, tanto que eramos capaces de controlar elementos. Los otros dos oficiales tendrían la habilidad de usar fuego, yo controlaba los rayos. Ganabamos sin problemas, pero después de tantas batallas caimos en un profundo sueño. Recuerdo que ese día soñé con un mundo abatido y destruido por Süiz, nosotros los humanos sin poder hacer nada. Justo cuando Süiz estaba a punto de destruirnos a mi y a los oficiales, un destello de luz salió del horizonte, y del destello salió una figura alta y esbelta. Esa figura destrulló a Süiz sin problema. Luego desperté, y continuamos nuestro viaje hasta la cima de la montaña. Cada vez aparecían menos creaturas, pero cada vez más poderosas. Un banshee casi le quita la vida a Eudolin, uno de los otros dos oficiales. Le ayudamos como pudimos y salió bastante mal herido, y nos vimos en la obligación de asentarnos en esa posicion por unas horas. Casi al caer la noche partimos otra vez, estabamos demasiado cerca de llegar como para dejarlo para el día siguiente. Llegamos a la cima a eso de la media noche, e incrustada en una enorme piedra, estaba la Deity's Blade. Tan hermosa y brillante, iluminaba todo el área de la cima de la montaña. Yo me adelanté para conseguirla, pero cuando estaba a escasos pasos de llegar, un Garuda aterrizó frente a mí y me encestó un golpe en el pecho, lanzándomes varios metros hacia atrás. No caí al vacio, pero estuve cerca. Me levante y me prepare para la batalla junto a mis dos compañeros. Eudolin corrió primero, seguido de Urgal, luego fui yo. Eudolin se deslizó por debajo del Garuda, mientras Urgal le atacaba de frente, y yo me preparaba para atacarle por el costado. Eudolin le atacó por la espalda, atravesándole con su espada, pero eso no fue suficiente, después de un largo grito de desesperación, el Garuda nos embistió con su cola y sus brazos. Extendió sus alas y voló por encima de nosotros por unos diez metros. Yo preparaba un ataque eléctrico contra la bestia, mientras Urgal y Eudolin lanzaban bolas de fuego, sin acertar. El Garuda subió mucho, y luego se dejó caer en picada a una enorme velocidad, con un grito agudo que nos obligó a caer y taparnos los oídos. Cuando aterrizó, aplastó a Urgal, dejándolo inconciente. Yo aproveché la oporunidad y corrí hacia el Garuda, y le dí un puñetazo eléctrico en el abdomen, y quedó paralizado en el suelo. Eudolin corrió hacia Urgal, y comenzó tratamientos médicos. Yo corrí hacia la Deity's Blade, antes de que alguna otra creatura nos atacase. Al tomar la espada, me sentí en una paz incríble, y mis heridas fueron sanadas. Me fué muy difícil sacar la espada de la piedra, estaba muy adentro de ésta. Al sacarla, noté que era asombrosamente ligera, y fácil de manejar. Pensé en cómo había sanado mis heridas al tocar la empuñadura, y corrí junto a Urgal y Eudolin. Pero no había nada que hacer, el impacto del Garuda fue suficiente para quitarle la vida a Urgal. La rabia recorrió mi cuerpo, como si se tratase de un amargo elixir. Tomé la espada y se la pasé a Eudolin, para que se curase.
-La guerra termina hoy- Concluí, y partimos hacia abajo, con el cuerpo de Urgal en mi espalda. No le enterramos allí mismo, pues sabíamos que sus días no habían terminado, sólo había perecido su forma humana. Al morir un hechizero, como lo era Urgal, éste se convierte al poco tiempo en un Espectro, un ser parecido a un fantasma, pero con habilidades mágicas, inferiores a las de su tiempo en vida. El bajar la montaña fue, ciertamente, bastante más fácil, ya que Deity's Blade ya no se encontraba incrustada en la cima, por lo tanto la atracción de las creaturas a la montaña pasó a ser nula, y se dispersaron a otros lugares. Mientras caminabamos, en silencio, me dispuse a examinar la espada. Era larga, tanto como mi brazo extendido, y estaba hecha con hermosos detalles en la empuñadura. Justo en el inicio de la hoja, estaba escrito "Indledning, Menneskelig, Bogobi" Eran lenguas que yo no comprendía, y no le di mucha importancia a su significado. Al cabo de unas quince horas, llegamos a nuestro campamento, donde dejamos al resto de nuestras tropas. Pero allí ya no había nadie. Recorrimos el campamento, pero no había ni una sola persona. Fuimos a la tienda de los oficiales y dejamos a Urgal en una cama. Eudolin y yo nos preparamos, tomamos unas cuantas armas pequeñas y medicina. Renovamos nuestras armaduras, y partimos hacia el norte, a Oblivion Slot, el inmenso castillo de Süiz. El trayecto nos tomó dos días en total. Para entonces Urgal probablemente ya era un Espectro. Le dejamos una nota, donde le decíamos a dónde nos dirijiamos, para que al final nos acompañase. Al llegar a Oblivion Slot, admiramos cómo el castillo estaba destruido casi a la mitad, y montón de gente que había perecido en la batalla yacía en el suelo, desde nuestra posición hasta el castillo. Caminamos en silencio hacia adentro del castillo. El castillo era por dentro como si fuese una cueva, sombría, húmeda y aparentemente hecha con el trabajo de millones de años. No sé qué fue lo que me hizo quedar allí parado, admirando tal obra maestra. Sí, como una cueva, pero asombrosamente edificada. Caminamos por los destruidos caminos dentro del castillo, intentando encontrarnos con Süiz. El más que caminaba, el más que sentía euforia y ganas de luchar, mi cuerpo estaba listo para saltar a la lucha en cualquier momento. Después de unos minutos, encontramos en lo que parecía ser un enorme salón, a Süiz, sólo. Eudolin y yo nos quedamos frente a él un tiempo, viéndole. Luego habló.
-No tiene sentido esta guerra, tú y yo lo sabemos muy bien. Pero es necesaria, no hay otra manera de hacer pagar a la raza humana por aquello que nos hicieron. Tal parece que no sabes de lo que hablo, te lo contaré. Hace siglos, los elfos y los dragones llegamos a estas tierras, conviviendo en armonía. Vivimos juntos por unas décadas, pero los elfos no son creaturas que prefieran quedarse en un lugar por siempre, y se fueron en busca de otras tierras. Por nuestro lado, agarramos cariño a estas laderas, y decidimos quedarnos. Fuimos los gobernantes de esta zona, hasta que llegaron los humanos. Ellos llegaron a nuestras tierras, y comenzaron a tomarlas sin permiso. Al ir mi padre a pedirles que se retirasen, los hombres se negaron, y mandaron a un hombre, un hombre tan poderoso que derrotó a mi padre sin mucho esfuerzo. Desde entonces hemos compartido territorio con ustedes los humanos.
-Pero eso seguramente pasó hace siglos, no creo que sea razón suficiente para destruir toda nuestra raza- Inquirí, pero sabía que esa no era toda la razón.
-No he terminado la historia- Dijo Süiz -Este atque a tu raza estaba planeado desde hace ya cientos de años, pero no lo habíamos emprendido pues el feroz guerrero seguía con vida. Y tuvimos que esperar, hasta hace dos años que recibimos la noticia del precimiento de ese hombre. Murió en unos prados cercanos a este castillo, y recibimos la noticia de un joven dragón que merodeba por esa zona. Entonces, supimos que ya no había obstáculo para atacar a los humanos. Lo pensamos un tiempo y llegamos a la conclusión de que no era ya necesario, que sería bueno dejar el rencor a un lado. Entonces, su rey emprendió una expedición al valle de Begyndelse, dónde arremetió con todas sus fuerzas a los huevos de dragon que allí residían. Nosotros los demás dragones no tardamos en darnos cuenta de este suceso, y entonces empezamos la guerra, ya teníamos una razón para ello. 
-No... No puede ser...- Dijo Eudolin, caminando hacia adelante -No me creo que eso haya ocurrido.
-Pues eso ocurrió- Se defendió Süiz.
-¡MENTIRAS!- Y Eudolin envión cuantas bolas de fuego podía. La batalla había empezado. Yo empezaba a tirar rayos desde mis manos, y Süiz se protegía con sus alas. Los ataques no tenían efecto alguno. Le dije a Eudolin que siguiese arrojandole fuego a Süiz, mientras yo me acercaba con Deity's Blade, para atacarle. Entra más corría, más me daba cuenta del verdadero tamaño del salón, y de cuanto grande era realmente Süiz. Eso no me detuvo, y continué corriendo hacia él, cargando la espada con energía eléctrica. Al llegar a su lado, liberé toda mi energía en un corte directo en su ala. Entonces me di cuenta del poder de la espada. Deity's Blade se había encargado de intensificar mi poder, para causar un nivel de daño que por mi mismo nunca hubiese logrado hacer. Süiz dió un grito de dolor y me embistió con su cola, mandándome de vuelta con Eudolin. Pasé la espada de mi mano derecha a la izquierda, y, como pensé, me alivió el dolor. Eudolin se había acercado a luchar,  y llevaba una fiera batalla con Süiz, pero como era de suponerse, no resistió por más de 10 segundos. Yo me levanté y volví a cargar la espada, corriendo hacia Süiz, quien si previo aviso detonó una gigantesca llamarada desde el fondo de su graganta hacia mí. Mi reacción por reflejo fue cubrirme con la espada. Para mi sorpresa, la espada liberó mi electricidad a modo de un enorme escudo, el cual me protegió de la llamarada. Cuando finalizó, continué mi camino hacia Süiz, esquive coletazos y le encesté otro corte eléctrico en el pecho. El respondió con impactarme con su enorme zarpa, enviándome a impactar contra una pared. En ese momento, pensé en lo ilusos que fuimos al pensar que con la ayuda de una espada fuésemos a ganarle al más poderoso dragón. Ciertamente, perdí toda esperanza... Y entonces, una silueta blanca como la nieve se hizo paso por las paredes, destruyéndolas. La silueta estaba acompañada de una gran luz, casi segadora. La figura se acercó a Süiz, y éste le atacó. La silueta era demasiado rápida para Süiz, llegó a mi lado antes de que Süiz siquiera terminase de atacar, tomó a Deity's Blade, y atacó con ella a Süiz, con un corte gigante y fulminante que pondría fin a la pelea. Yo estaba casi inconsciente, pero al ver a Süiz derrotado, me levanté. Miré con atención, y vi a un ser alto, con apariencia humano pero de blancos cabellos, y orejas puntiagudas. ¿A caso un elfo? No lo sé, y nunca lo supe, lo que yo creía que era un elfo se fue sin más que unas cuántas palabras.
-Dragones y humanos... Las peores creciones- Y se fue a una increíble velocidcad.
En ese momento vi a Eudolin tendido en el suelo, no me había percatado de su derrota. Seguía vivo, sí, pero estaba muy malherido. Busque la espada para sanarnos, pero fue inútil, y recordé que el elfo se la había llevado. Posé a Eudolin en mi espalda, y comencé a caminar por los agujeros en las paredes hechos por el elfo, que guiaban al exterior. Mientras caminaba, me pregunté si Süiz fue el último dragón. Me imaginé que si, y también me preguntaba si la raza humana estaba condenada, si nuestras mujeres y niños habían sido eliminados también. No, no podía ser, estaban todos a salvo en una guarida bajo tierra en Sandheden. Mientras más caminaba, más me daba cuenta del daño que me hizo la batalla con Süiz, y más débil me sentía. En lo lejos, una silueta flotante se acercaba. Le reconocí al instante y sonreí. Era Urgal, ya como Espectro. Pero su reacción no fue de alegría al verme, si no de susto. Y yo no me daba cuenta, no sé por qué, probablemente el calor de ese día no me dejo sentir los enormes cortes que tenía por todos lados del cuerpo, algunos demasiado profundos. Los cortes fueron causados por las escamas de Süiz, y yo, al darme cuenta, me desmayé. 
No tengo muy claro cuánto tiempo pasé desmayado, el punto es que al cabo de un tiempo, fallecí, y ya han pasado décadas desde ese día. Pero soy feliz como Espectro, no sufro al ver a quienes amo morir, al contrario me alegro por ellos, van a un lugar mejor.
-¿Otra vez contándole a los pequeños esa aburrida historia?
-Es fascinante Eudolin, algún día deberías venir a escucharla, te recordará a los viejos tiempos.
-No puedo, tengo cosas que hacer en la colina Dud. ¡Tú también!
-Ya hice suficiente en vida como para seguir trabajando muerto.
-Meh, como quieras.
-Y eso es niños, el cómo heroicamente sobrevivimos a una casi destrucción de nuestra raza. Yo... Creo que he de irme a la colina Dud... Fue divertido, ya volveré. Mientras tanto, sigan entrenando su magia, algún día llegarán a mi nivel.


FIN
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Ahh... Esta historia me gustó, a pesar de que creo que la dejé muy corta. Pero bueno, ya nada puedo hacer. Espero que la hayan disfrutado, recuerden que comer pastel de limón en el desayuno proporciona las energías necesarias para que pases un día sin desmayarte de cansancio. Nos veremos pronto lectores. ¡Hasta pronto!

-Guille-

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