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Ya caía la noche, y junto a ella, Darrel. El entrenamiento de combate cuerpo a cuerpo le había costado mucho más que solamente energía, si no también le había grabado incontables heridas en su cuerpo. Al principio, Carsten le atacó con movimientos que Darrel no lograría evadir, para acostumbrarlo a batallas difíciles, argumentando que en el futuro cercano no tendría más opción que mejorar en cada batalla. Con el paso de las horas, Carsten se lo puso más fácil a Darrel, pero a pesar de esto, Darrel seguía sin poder aguantar más que pocos segundos a una batalla. Ya de vuelta a la noche, Carsten habló con Darrel.
-No eres mal luchador- Le dijo, a pesar de que Darrel pensase lo contrario.
-Si claro, luchamos unas treinta veces, y de esas perdí treinta y una- Dijo Darrel sin muchos ánimos, recostándose en un árbol.
-Bueno- Prosiguió Carsten -No es como si te fueses a convertir en un maestro de la lucha en unas cuantas horas.
-Desearía que así fuese- Dijo Darrel, agarrando un tronco cortado y poniéndolo frente a la fogata que recién había encendido Carsten. Luego se sentó.
-Y así será, no te preocupes, después de todo, tu maestro soy yo- Dijo Carsten confiado, tomando un tronco y repitiendo los actos de Darrel.
-Por cierto, ¿Dónde está Caitlin? No la veo desde hace unas dos horas.
-Seguramente fue a dormir, no me extrañaría que se aburriese de tu incompetencia- Le dijo Carsten, apresurándose a agregar: -¡No es que te crea un incompetente, es algo que Caitlin diría!- Rieron en bajo ambos.
-No hay problema, en luchar sí que soy un incompetente- Dijo Darrel, un poco triste.
-Por ahora, será mejor que duermas, mañana te espera un día igual a este- Darrel se dirigó a su tienda de campaña, antes despidiéndose de Carsten, quien también partió hacia su tienda. Darrel entró a su tienda, y esperó a que Carsten hiciese lo mismo. Cuando lo hizo, Darrel salió lentamente, sin hacer ruido. Se sentó en el tronco que usó Carsten, y vio al cielo. El lugar seleccionado para acampar era ideal para apreciar la noche, ya que justo por encima de todos, había una abertura entre todas las hojas y ramas del bosque, que dejaba al descubierto la vista del cielo. Era hermosa aquella noche, cientos de miles de estrellas brillaban en ella, unas más fuertes que otras. Algunas nubes opacaban algunas secciones, pero eso no hacía del firmamento algo menos digno de admirar. Los fríos vientos impactaban con Darrel, quien los ignoró y siguió viendo al cielo, pensando. Pequeños animales e insectos paseaban a su alrededor, como si de alguien importante se tratase. Darrel pensaba en muchas cosas, cosas que en su momento eran las más importantes. ¿Cómo seguiría su entrenamiento? ¿Llegará a mejorar? ¿Descubrirá su elemento? Esas preguntas eran las más tratadas en su mente, y a pesar de ello, le impactó la primera vez que llegó a pensar en cierto tema en particular: Su madre. Cuando pensó en ella, dejó de ver al cielo y miró hacia el suelo, abruptamente. Su movimiento alejó a los animales e insectos, dejándole solo.
No veo sentido en todo esto, realmente no tengo por qué estar aquí. Justo ahora podría estar bajando en mi casa a por un vaso de agua, y toparme con mi madre, quien seguramente me gritaría y alegaría que regresase a la cama. Pero a fin de cuentas, de alguna manera la hubiera tranquilizado, y yo tendría mi vaso de agua e incluso reiría con ella. Deseo volver, estar con ella. Pero no puedo, no mientras este torneo se esté llevando a cabo, y Carsten y Caitlin me tengan aprisionado aquí. Mi única opción es pelear, y ganar. Y convertirme en Sephiroth…
Darrel se dio cuenta de otra cosa importante. Algo que había ignorado en cierto sentido todo este tiempo. Si su única manera de salir era luchar y ganar en el torneo, y luego se convertiría en Sephiroth, una emanación divina, un dios. Darrel volvió a ver al cielo, deseando poder ver la silueta de algún Sephiroth. Se puso de pie, y gritó en su interior.
Todo esto es por un capricho suyo ¿No? No entiendo por qué estoy involucrado en esto. Siento que ustedes no son dioses, si no demonios, alejándome de mi vida y forzándome a morir en un torneo, ¿Para qué? Para sustituir a uno de los suyos, ¡Enhorabuena por los Sephiroth! Gente morirá, pero al menos estarán todos completos. Ustedes, los dioses que se dedican a sacrificar personas por sentimientos propios y caprichosos, son los seres que odio. No es como si antes de esto creyera si quiera en ustedes, pero el hecho de conocer sus personalidades me ha hecho llegar a esa conclusión. Y… También quería decir que… Por favor, ayúdenme a salir de aquí.
Darrel se sintió débil y se sentó, con la mirada baja. Sus ojos se humedecieron, y una lágrima salió de cada uno, mas no sollozó. Un llanto silencioso, limpio, lleno de sentimiento puro. Darrel ya no pensó en nada, su mente quedó en blanco. Ya no le importó nada de lo que pensaba anteriormente, se sentía demasiado triste para pensar en algo como el descubrimiento de su elemento. Se quedó viendo al bosque, ni al suelo ni al cielo, simplemente al bosque. Estuvo contemplando la obscuridad que había frente a él, por lo menos por quince minutos.
Seguía llorando, y ya estaba listo para levantarse e ir a dormir, cuando algo en la penumbra llamó su atención. Miró dos veces para asegurarse, aunque ya estaba seguro de estar viendo una luz azul que flotaba a la distancia. Por alguna razón, aquella luz le hizo sentir paz interior, y reactivó su decaída mente, pero con ella, sus problemas. No importó la llegada de problemas a su mente, ya que la paz que le hacía sentir la luz era más fuerte. Después del despeje mental, Darrel sintió la imperiosa necesidad de ir hacia la luz. Y aunque en realidad no lo deseaba, fue de todos modos. Estaba lejos la luz, Darrel se preguntaba si llegaría pronto, ya que no quería alejarse mucho del campamento. Mientras más caminaba, la penumbra le rodeaba más y más. La luz empezó a moverse hacia adelante, y Darrel, por instinto involuntario, corrió a alcanzarla. No fue muy largo su trayecto, en menos de un minuto ya había terminado, pero si de algo estaba seguro era que no regresaría al campamento fácilmente.
-Pues me he perdido- Se dijo, con la misteriosa luz azul a su lado. La inspeccionó por unos momentos, pero no identificó qué era. La luz comenzó, entonces, a dar vueltas alrededor de Darrel, mientras se hacia más brillante cada vuelta. Por alguna razón recordó su primer encuentro con el bosque, y sintió miedo de aquella luz. ¿Qué tal si esos osos volvían a atacarle? Cayó hacia un árbol cercano, y se tapó la vista, la luz era ahora demasiado brillante. Después de unas vueltas, dejó de brillar tanto. Como respuesta, Darrel quitó su brazo de su cara, para ver qué ocurría. Y entonces contempló ante él, una figura sin igual, que le dejó sin palabras. Tan poderosa era aquella figura, tan irradiante de energía. Darrel no supo hacer más que verle, sin palabras. Era de aspecto anciano, pero su presencia irradiaba poder y juventud. Una luz salía por detrás de él resaltando sus ropajes azules que llevaba puesto. Vio a Darrel cuidadosamente y sonrió, luego se sentó en una enorme roca cercana.
-Así que tú eres Teho- Dijo el anciano, viendo a Darrel a los ojos, fijamente. Él esperaba una respuesta, pero Darrel no se veía capaz de hablar en esa situación -Ya veo, te encuentras sorprendido. Es normal, al ver una luz azul convertirse en un anciano como yo- El hombre rió, Darrel simplemente le vio.
-¿Quién es usted?- Dijo Darrel, al fin, con un poco de seguridad.
-Mmm… Veo en ti poca seguridad en tu persona, y sentimientos inestables. Oh, pero eso no es nada, al final Teho es alguien increíblemente poderoso.
-Mi nombre es Darrel, no Teho- Dijo, y se puso de pie.
-¿No eres Teho?- Darrel movió de lado a lado su cabeza -Muy bien, entonces simplemente me presentaré, Darrel. Mi nombre es Cokhmah, también conocido como Sabiduría, el segundo Sephiroth, con camino espiritual hacia Chesed, Binah y Kéter. He venido pues has pedido ayuda-
Darrel pensó un momento, y luego recordó que había pedido ayuda para salir de ese lugar a los Sephiroth. También recordó las cosas que había pensado antes de pedir ayuda. Toda esa rabia hacia los Sephiroth la había transmitido con aquellos pensamientos, y se sintió apenado en estar en presencia de un Sephiroth. Y entonces se dio cuenta de frente a quién estaba parado: Un Sephiroth.
-No puede ser, estoy frente a un Sephiroth, las emanaciones divinas que crearon la vida, las representaciones de Ein Sof. No me lo creo…- Darrel pensó en el mítico ser que se hallaba frente a él, y se volvió a sentar.
-No te sorprendas tanto, no soy algo realmente importante, considerando la importancia que tienen mis hermanos. Ahora bien, tú pediste ayuda, y yo vine, ¿Qué ocurre?- Darrel pensó un momento, seguía atrapado por la impresión de Cokhmah.
-Yo… Necesito salir de aquí. No soporto la idea de poder morir aquí y mi madre sufra a causa de ello.
-Ya veo, entonces deseas irte, ¿Eh?- Dijo Cokhmah, sonriente
-Bueno, eso es imposible, a menos que desees una dolorosa muerte por la caída desde aquí. Solamente hallarás una manera de salir, y esa es ganando el torneo.
-Pero no comprendo, hay tanta gente en el planeta, ¿Por qué yo?- Dijo Darrel, pensando en cuán injusta había sido la vida con él.
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¿Por qué no?- Respondió Cokhmah, ya soltando una leve risa -Oh, me olvidaba- Cokhmah paró su pequeña risa, y sacó de la nada una pequeña libreta, aparentemente en blanco -Si, debo irme, pero no sin antes ayudarte, como pediste- Cokhmah se levantó, y luego se acrecó a Darrel. Levanto un dedo y lo puso en la frente de Darrel. Al principio éste no sintió nada raro, pero luego de unos segundos sintió un ardor horrible. Intentó apartarse, pero no podía, el dedo de Cokhmah estaba pegado a Darrel. Cuando Cokhmah por fin terminó, siguió hablando -Muy bien, eso debería ayudarte. Nos veremos luego. Oh, antes de irme, ¿Puedes leer lo que hay en esta libreta?- Le mostró la libreta a Darrel, quien se había desplomado y estaba exclamando de dolor. Darrel consiguió un poco de fuerzas y vió a la libreta.
-Son letras y símbolos aleatorios, no entiendo nada- Dijo, casi sin poder hablar por el dolor.
-Pero lo puedes leer… Eso es todo, nos veremos luego, Teho- Y en menos de un segundo, Cokhmah ya no estaba allí.
Darrel se lo pasó en el suelo por casi una hora, sufriendo de dolor. Pero después de la hora, el dolor se fue repentinamente, y Darrel se sintió relajado. Sorprendido, se levantó y vió a lo lejos. Para ese entonces seguro eran alrededor de las dos de la mañana, y Darrel solamente pensaba en cómo regresar. Caminó tranquilamente hasta que escuchó un ruido cerca de él. Comenzó a correr. Y lo hizo con razón, detrás de él salió un leopardo dos veces más alto de lo normal, con colmillos enormes, y de sus fosas nasales emanaba fuego. Darrel corrió cuanto pudo, pero no era competencia para el leopardo. Cuando el leopardo estaba casi a medio metro de Darrel, saltó hacia él. Darrel pensó en cómo estaba terminando su vida, atacado por un leopardo, mientras corría como un cobarde. No había vivido la vida como se la esperaba, es más, la vivió de la peor manera que se le ocurría. Cuando el leopardo estuvo a punto de enterrar sus garras en el cuerpo de Darrel, éste recordó algo. Un antiguo proverbio que había leído hace tiempo, que decía Morirás el día que dejes de perseverar, antes de eso jamás. Esto fue lo último que necesitó Darrel para decidir tirarse al suelo, y evitar al leopardo volador. Darrel se apresuró a levantarse para ponerse de frente al leopardo, quien también se había levantado, y estaba listo para la batalla. Darrel recordó las batallas con Carsten, quien poseía una asombrosa velocidad, casi tanto como la del leopardo.
Solamente es otra batalla con Carsten. Pensó Darrel, para tranquilizarse. El leopardo entonces exhaló fuego de su boca, y Darrel lo esquivó. Corrí hacia el leopardo, pero éste le saltó encima. Darrel se deslizó hacia abajo, evadiéndolo, y levantándose para patear en la cara al leopardo. Tuvo poco efecto, pues el leopardo después de la patada volvió a atacar a Darrel, quien siguió esquivándole, sin poder volver a golpearlo. Al cabo de unos minutos, Darrel ya estaba cansado, y evadir el leopardo era cada vez más difícil.
Si pudiera usar mi elemento, ya habría terminado esta batalla. Pensó. El leopardo seguía con la misma energía que cuando inició el combate, a diferencia de Darrel. Entonces, el leopardo se abalanzó hacia Darrel, quien por más que lo intentó, no fue capaz de evadirlo. El leopardo hizo que se desplomara, y estaba a punto de morderle el cuello y matarle, cuando algo ocurrió. De la frente de Darrel, salió una pequeña pelota blanca, que se posó frente la cara del leopardo. Luego la bola estalló. De la impresión, Darrel se cubrió los ojos y esperó un momento. Cuando vio lo que había ocurrido, quedó sorprendido. La pequeña pelota había causado que todo en un radio de unos cinco metros quedara totalmente congelado, incluyendo al leopardo, quien se transformó en una escultura de hielo que posaba sobre Darrel, quien se levantó y miró a su congelado alrededor.
-Coby, según estoy viendo, este chico tiene más habilidades de las que esperaba- Dijo el joven que acosaba a Darrel.
-Señor, no nos conviene atacar ahora, s-sería bueno esperar a q-que salga el s-sol- Le respondió Coby. Ambos estaban ocultos en un árbol cercano, viendo a Darrel con atención.
-Muy bien, cuando salga el sol y tenga claridad, atacaré al enano- Luego de esto, rió maquiavélicamente.
Darrel estaba desconcertado, no sabía lo que acababa de ocurrir.
-¿Qué significa esto? ¿A caso es una señal de Cokhmah a… Mi elemento?- Darrel sonrió y cayó de rodillas.
Episodio 6 - Rabia y Yah => FIN
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Hostia, esta a punto de pasar algo muy chulo que ya estoy maquinando en mi mente (Si, soy un friki de mis historias frikis ¿Algún problema?). No tengo nada que decir ya, solo que recuerden recomendarnos con TODOS, alimenten a los peces, compartan nuestros escritos, y volviendo con el helado de vainilla, agregarle Oreo molida y trozos de galleta es una combinación para morirse. ¡Hasta luego!
-Guille-